Hace unas semanas hablando con mi pareja sobre mi proyecto, él me decía que la única manera en la que se podía «vender» conciencia era empleando palabras sexys, que las que yo uso no las entiende nadie.
Él en sus reuniones emplea, siempre que puede, palabras seductoras. No es lo mismo hablarle durante más de media hora a un cliente sobre tecnología en la nube, y esas cosas en las que él trabaja (que tampoco las entiendo), que ir colando cada cierto tiempo conceptos que suenan bien y son vendibles. Su empresa, de hecho, tiene un CATÁLOGO de palabras sexys (!!).
No había sido tan consciente hasta ese momento que no paramos de vender los envoltorios de los caramelos. Palabras bonitas, marketinianas, vacías de contenido y con la promesa de sugus que nunca llegan.
Nada más acabar nuestra conversación me puse a investigar en Internet para ver si los psicólogos también tenemos nuestro catálogo de palabras sexys.
Mi búsqueda, infructuosa, me ha llevado hasta el día de hoy. Esta mañana, hablando con un colega, he visto claro que nuestro catálogo se lo debimos «prestar» a otros. Los coaches, por ejemplo, han sabido encontrar el hueco que no ocupaba la psicología y trabajar los problemas desde un enfoque pragmático y atractivo.
Sueño, ilusión, imposible, pasión…Sexy
Problema, autoconocimiento, reflexión…Baja la libido
Tengo que dar la razón a mi chico. Las palabras sexys son imprescindibles para llegar a la gente, eso está claro. El marketing y la publicidad lo han sabido hacer muy bien: ya no compramos productos, sino emociones; no somos clientes, sino seguidores…
Pero…
¿Queremos vivir en una especie de Show de Truman?
Tal vez en un corto espacio de tiempo nos sintamos cada vez más preparados para comprar verdades sin azúcar, quitar las estrellas de la pared para buscarlas en el cielo y mirarnos al espejo sin juzgarnos.
Tal vez. Ese es mi oscuro deseo.
Pero ¿tú qué opinas?
«El marketing y la publicidad lo han sabido hacer muy bien: ya no compramos productos, sino emociones; no somos clientes, sino seguidores…»
Esa es la clave. Hablando como comercial o «consultora especializada en turismo» que suena más sexy, me enseñaron que la comunicación efectiva siempre es un 20% lo que dices y un 80% como lo dices y tenía razón.
Por supuesto que un discurso seductor hace que se posen las ideas, no hay que dar datos, ni números hay que contar historias, experiencias y provocar emociones que lleguen hasta el final del discurso porque la emoción y la sorpresa se recuerdan, los datos, no.
Si sumas a eso un comunicador sincero, el éxito es seguro.
Muy interesante y muy interesantes las respuestas que has tenido a lo publicado, nos has hecho pensar 😉
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Muchas gracias Susana por tus comentarios! Muy interesante la proporción que hay entre los datos y el mensaje emocional. Me pregunto si lo seductor y lo emocional es lo mismo, si tal vez lo sexy es el disfraz de lo emocional…Gracias!
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Me ha encantado tu reflexión Noelia!!
Has hecho del tema “de la identificación de forma igual a contenido “ algo SEXY.
También me has hecho pensar en las distintas maneras de ser sexy o encontrar algo sexy…
En fin… que además de dar profundidad en pocas líneas…has mostrado un ejemplo de envoltura seductora a un articulo, y en este caso forma (título) y contenido están alineados. Muy bueno!
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Muchísimas gracias por tu comentario Carme. Me ha hecho pensar si lo seductor en un discurso puede conseguir que una idea se pose y reflexione. Si esto es así, y el comunicador es sincero, me parece maravilloso. Si el comunicador no es coherente, o no cumple sus promesas como en política…Eso es otra cosa. A eso se le llamaría jugar con la seducción. Gracias!
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Gracias Noelia… comparto la opinión de lo importante que es un vocabulario sexy. Conectamos desde la emoción no desde la razón. El movimiento se produce desde la cadera, desde eso que no sé cómo llamar, pero que sabe a «sígueme». Súmame, acércate, hazme vibrar… ¿y que me dices de lo que hablamos sin decir palabra? Acompañar las palabras de gestos que se balancean, que persuaden, que hacen «click» con los dedos, que guiñan un ojo desde el «vente conmigo»… Emoción… desde ahí arranca un mundo de compartires tan bueno…
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Muchas gracias Cristina por tu comentario. Y después del vente conmigo ¿qué haces? Ahí puede estar la segunda parte, ver qué hay de real detrás de las palabras (y movimientos) seductores
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Quizás las palabras sexys sean la segunda parte. Creo que primero viene un qué y lo sexy es el cómo lo hacemos, no?
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